lunes, 2 de abril de 2012

Hasta que el orgullo nos separe

Dicen que el orgullo es el mayor causante de los problemas existentes. Que tenemos una voz dentro que nos da a entender el dolor que siente la otra persona y que debemos disculparnos y dejar atrás la estupidez. Solo los valientes son capaces de escuchar esa voz y hacerle caso. Los demás, solo son prisioneros de alguien que ni si quiera son ellos, porque ellos no se mandan, es el orgullo quien decide por ello. Solemos confundir el valor de la dignidad con el orgullo,  sin darnos cuenta de que por mucho que queramos tenemos miedo, miedo a ser ridicularizados y a quedar por debajo. Miedo a no saber que decir o cómo disculparte sin que otra persona te recrimine. En realidad somos idiotas, porque preferimos sufrir y callarnos a arriesgarnos a una ridiculización que durará 5 segundos, pero que esto durará el resto de nuestras vidas. La culpa no es del orgullo, ni mucho menos, ni de esa voz, sino de nosotros. De no saber decidir, y de empezar a pensar en que existen más personas que por nuestra culpa están condenadas a este dolor, inhumano, y que sin darnos cuenta saca lo peor de nosotros. No existe cura, más allá que tú. Porque más vale tarde que nunca.



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